Las
exigencias de los toreros ante las empresas han rayado siempre con la
incoherencia y existen desde tiempos
lejanos, pero es a principios del siglo XX, cuando la estructura de los
espectáculos cambia a la vez que el propio toreo.
El auge de los toros se
divulga a través de publicaciones especializadas y aparecen los llamados
críticos dando a conocer no solo las
crónicas de festejos, sino también los entresijos del mundo que rodea a la
fiesta.
Parece
ser que por aquel tiempo la pareja de matadores más famosa, interpelan a la
empresa de Madrid con lo que entonces se conocían como “escrituras abiertas”,
en tiempos de Machaquito y Bombita, contratos recabados por estos matadores lo
que provocó el enfrentamiento con la empresa en aquellos primeros años del S.
XX, más concrétamente en 1909, y como se puede ver la incoherencia forma gran
parte del planteamiento.
1ª. Obligación del empresario de darles
corridas de toros todos los domingos desde el 11 de septiembre al 30 de junio y
del 15 de septiembre al 31 de octubre y caso de no hacerlo, abonar su importe
como si hubiera toreado.
2ª. Torear en cuantas corridas
extraordinarias se organicen durante el año o en otro caso abonarles su
importe.
3ª. Cobrar toas aquellas corridas que dejen
de torear por causa de enfermedad o heridas, cualquiera que sea el punto en que
hayan sido lastimados, Francia inclusive.
4ª. No torear aquellas corridas
que no les convengan con sólo advertirlo con siete días de anticipación.
5ª. Cobrar por cada corrida con
dos matadores 7.500 Ptas. cada uno y 6.500 cuando actúen tres o más.
Ello
provocó el que el empresario Sr. Mosquera prescindiera de tales matadores y de
Cocherito de Bilbao que se unió a la collera. Apoyado por su gerente Sr. Retana
y el enfrentamiento consiguiente en el que se vio envuelto el ganadero Sr.
Miura al que los diestros reseñados atribuían también un pacto secreto con la
empresa de Madrid, cuyos toros recusaban tanto el uno como el otro, con mayor
profusión e interés por parte del primero, ambos entonces en el cenit de la
gloria taurina. Esto propició la entrada de Joselito en los carteles de Madrid,
antes vetado por las exigencias de los figurones. Al cabo de un año de no
actuar en Madrid, las aguas volvieron a su cauce, desapareciendo al parecer
dichas escrituras o contratos.
A
lo largo de la historia se repitieron posturas encontradas. Joselito se
presentó de improviso en una reunión de empresarios en un céntrico hotel de
Madrid. Esta tenía como fin rebajar el cache suyo y el de Juan, con su mejor
sonrisa advirtió. Voy a tomar un café, vuelvo en cinco minutos, el que no se haya ido
cuando vuelva, ni yo ni Juan vamos a torear en sus plazas.
Antonio
Ordoñez, se quedó fuera de Sevilla en la feria de 1965, porque Canorea no quiso
pagarle lo mismo que al Cordobés. En el
año 1969. El mismo Cordobés junto con Palomo Linares se enfrentan a los empresarios
de las plazas de primera al intentar que sus cachés variaran según la taquilla.
La nueva etapa de José Tomás forma quizás una de las crisis más profundas a
este respecto por la peculiaridad de
hacerse en solitario y durante tan largo periodo.
Queda
claro a tenor de los ejemplos, que son solo una pequeña muestra, la exigencia de las figuras de cada momento,
pero la realidad es que la de mayor transcendencia por tratarse de La
Maestranza, es la de las figuras del momento actual, estos han dejado la feria
de Abril poniendo como condición para volver el cambio de titularidad de la
empresa gestora, hecho insólito y desconocido para mí que haya ocurrido en
alguna otra ocasión.
También
han sido vetadas por las figuras ganaderías, el caso de Miura, por Machaquito y
Bombita etc. Pero la insistencia de los llamados G-5 en matar todo lo
procedente de Domeqc y la reducción de festejos, está causando un deterioro continuo en la
cabaña brava, obligando a ganaderos a sacrificar sus reatas desapareciendo
encastes legendários
El
objeto, según las figuras, de todo esto, es salvar la fiesta. Yo no sé a que
fiesta se refieren, será la que quieren ellos, esa descafeinada por la falta
del toro, esa que ensalza el toreo modernista donde no se cruza ni se carga la
suerte toreando en la oreja del toro, esa en la que ellos mismos y sus
apoderados-empresarios confeccionan los carteles a principios de temporada denostando
y cerrando las puertas a otros compañeros.