ALEJANDRO TALAVANTE. Estocada. Dos orejas. Estocada y
dos descabellos. Silencio.
 |
Guardando las distancias |
 |
Destorear |
 |
La alcayata |
Como el
día anterior, lleno a rebosar. Tarde de máxima expectación por la obligación
de redimirse de los tres espadas anunciados. Pero he aquí al divino redentor,
D. Manuel Muñoz Infante, redimió por su cuenta a los tres, enarbolando el
pañuelo blanco como si de repartir diezmos se tratara y llenando el ruedo
venteño de orejas al toreo fácil, desabrido y modernista. Pero para entender
esto, analicemos a los aficionados.
Existen
dos tipos de aficionados. El antiguo que recuerda a toreros memorables,
faenas importantes, que le fidelizaron a un tipo de toreo verdadero y se
manifiesta contrario al toreo modernista. Este aficionado visiona una media
de medio centenar de festejos por temporada, saliendo decepcionado el 90% de
las veces y aun así insiste cada año, porque su afición le lleva a ello. El
antiguo se sienta en el tendido esperando ver aquel toreo que recuerdan en
imágenes guardadas en la memoria, costándole digerir la modernidad del toreo fácil y sin emoción.
El joven
aficionado que generalmente se inició de manera circunstancial, arrastrado
por el esnobismo, suele ser de clase media alta, no puede dedicar mucho
tiempo a los toros ya que sus obligaciones se lo impiden (10 o 12 festejos
por temporada), practica una liturgia que comienza con una opípara comida,
dos o tres buenas copas de sobremesa y un buen puro. Al carecer de recuerdos o
tenerlos sólo de época reciente, vive el festejo de manera febril, llevado
por la marea y el entorno, se fideliza con las figuritas del momento. El
estado anímico a que se somete, es comparable al inicio del orgasmo, prolongado
durante la faena, para terminar derramándose cual precoz eyeculador con el más
mínimo triunfo de su ídolo.
Pero en el
toreo modernista, si el toro carece de movilidad o a lo peor se para,
desaparece la conjunción y aparece la contrariedad, produciendo el efecto
contrario, es decir el coitus interruptus, ellos inconscientes de lo que está
pasando, ignoran los daños colaterales
que se les producen, alceimer prematuro, grandes daños prostáticos,
destrucción de millones de neuronas, daño cerebral severo, sequedad de boca,
espasmos, diarreas, sarpullidos y un sinfín de síntomas que les pueden llevar
al encefalograma plano.
Si a esto
le añadimos los toreros figurones del momento y presidentes tipo rey Melchor,
formamos un virus mortífero que tal y como está nuestra fiesta, no tardará en
matarla.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario