Mis primeros recuerdos en la tauromaquia se remontan
al año 1956 o 57, de la mano de mi abuelo (gran aficionado), asistiendo a los
festejos nocturnos de los sábados para ver a El Bombero Torero y sus Enanitos.
Recuerdo a mi madre preparando bocadillos de
tortilla y otras viandas que se degustaban en la terraza del antiguo Casa de
Torres (SE ADMITEN MERIENDAS rezaba el cartel), en aquel jardín que discurría
paralelo a la calle Julio Camba, cuando no existían edificios colindantes.
Se me agolpan los recuerdos correteando con mis
hermanos entre las mesas.
Comenzaba el espectáculo con la actuación de la
Banda de Música dirigida por Pablo Celis Cuevas (El Bombero Torero) Tras la que
iban desfilando todos los actuantes,
Eugenio (también Bombero) Manolín con la gran eme en su camiseta (los dos hijos
de Pablo) Arévalo y su elegante atuendo de Charlot alternado con el de
Cantinflas, el becerrista y su cuadrilla que se encargaban de la parte seria
del espectáculo y por último la cuadrilla de enanitos encabezada por Miguelín
que hacía las veces de matador.
Recuerdo con agradable nostalgia las vicisitudes de
los lidiadores para poner la nota cómica a algo tan serio, las chicuelinas a su
aire de Arévalo, los saltos y recortes de Manolín, la maestría de Eugenio
toreando y dirigiendo el cotarro y el arte de Miguelín y sus compañeros
pequeños para lidiar un becerro que la mayoría de las veces les sobrepasaba la
cabeza.
También tenemos que agradecer a este insigne
personaje, la incorporación a su espectáculo de un toque de seriedad al formar
parte de él una cuadrilla encabezada por un becerrista, que se encargaban de
lidiar un becerro con el protocolo reglamentario y toda la seriedad inherente a
él. Tenemos que recordar que han participado en esta parte el inicio de figuras
del toreo tales como Antoñete, José Mª Manzanares, Paco Ojeda, Ortega Cano y El
Niño de la Capea.
Con posterioridad y siempre de la mano del gran aficionado
que fue mi abuelo pude admirar a estos maestros y a otros en todo su arte desde
los tendidos de Las Ventas, seguramente por el impacto que causó en mi niñez el
espectáculo cómico-taurino, abriéndome los ojos y las puertas a mi arraigada
afición.
Como dentro de mi querido mundo de la Tauromaquia,
se han puesto de moda las prohibiciones,
resulta que desde el año 2008 hay Ayuntamientos Zaragoza, San Sebastián de los
Reyes, San Cugat del Vallés, prohíben contratar espectáculos taurinos en los
que figuren personas con acondroplasia, (En este caso Toreros Pequeños), que
puedan causar situaciones de discriminación, de desigualdad y mofa, intentando favorecer
así la política de inserción laboral de estas personas. Es decir, te quito una
forma de ganarte la vida y así te favorezco en la inserción laboral, me
pregunto ¿En dónde se les inserta
laboralmente?
En mi modesta opinión, plazas arraigadas a la Tauromaquia
como Zaragoza o San Sebastián de los Reyes, han vuelto a ser presa de políticos
figurones y desinformados que quitan más que dan sin establecer criterio que
los justifique (porque el quitar se ha convertido
en deporte político) Pues es difícil encontrar algún trabajo donde se
considere y respete más a los pequeños, que en una plaza de toros.
Para concluir debemos alzar la voz una vez más para
quejarnos de las agresiones de politicuchos y antitaurinos emergentes. Estos
espectáculos han tenido y tienen mucho que ver en el inicio de aficiones ya que
suelen llevar muchos niños a los tendidos. Merecen todo el respeto del
aficionado por que los actuantes no están exentos de peligro. Es de admirar el
arte que desarrollan para dar el punto cómico al festejo procurando respetar
los protocolos de la lidia.
Con tantas cosas buenas ¿Por qué acabar con
ellos? ¿Se ha sentado algún político
prohibidor con los pequeños y les ha preguntado si ser torero hiere su
dignidad?. Estamos como siempre prohíbo porque me apetece.
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