Disculpen mis lectores por repetir el título del artículo del pasado sábado 14 y no es falta de imaginación del redactor, sino culpa del tinglado que no evoluciona y lo bueno o quizás lo malo, es que el cambio deseado no va a ser esta temporada a pesar de las reuniones, asociaciones y congresos. Pero ojo a las entradas de las dos ferias ya resueltas, ni las figuras apoteósicas han conseguido llenar las plazas de Castellón y Valencia, ¿Será consecuencia del hartón que arrastra el aficionado? ¡Ojala!
El final del ciclo fallero ha sido para los incondicionales júligan, apoteósico, para los menos aficionados del jefecillo, una muestra de poderío y para los aficionados añejos un esperpento de abuso de poder frente a la novillada de Garcigrande.
Es curioso que de la terna, el único que puso las pinceladas de buen toreo, salió del coso de la calle de Xátiva andando por su pie, como debieron salir los tres. Tanto Julian como Perera dieron una clase de toreo moderno, ese que gusta a algunos y que odiamos otros, ese toreo de dar vueltas y ligar muchos pases toreando en la oreja, ese toreo práctico que levanta del asiento al incondicional de la figura para lanzar gorros y claveles, ese toreo falso que pulula por todas las plazas de España.
Estos dos monstruos del toreo tienen la prueba de fuego en Madrid, en el mano a mano que protagonizaran D.M. y espero que sea Madrid quien ponga las cosas en su sitio, aunque a lo peor es mucho esperar.
P.D: La corrida la vi por TV.
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