Desde que se inició la temporada en Madrid, hemos soportado tediosas tardes, ganado manso, lidias mal ejecutadas, toreros desganados, novilleros que parecían figuras, lluvia y demás agradables circunstancias.
Pero llegó el día dos y como invasión Napoleónica apreció el toro en Las Ventas, la corrida de Carriquiri, intachable en presencia y casta, con mucho que torear y los diestros dieron la cara.
Pero tuvimos que esperar al último de la tarde para ver a un torero enrazado y a su oponente también. Iván Fandiño se jugó el tipo y más cosas para arrancarle una oreja a ley al segundo de su lote, vimos el toreo distinto, de tragar lo que no está escrito, de poderle a un toro que tenía mucha miga hasta meterle en el canasto para ligarle un par de series y matarle de un cañonazo.
Contado así parece poco, pero en la plaza se vivió el pánico de poder ver a Iván por los aire o peor en el hule, Dios quiso que no fuera así y que el joven matador paseara la oreja de su oponente por el ruedo de Las Ventas del Espíritu Santo.
¡Ojalá te sirva de algo querido Iván!
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