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lunes, 13 de febrero de 2017

MI PASION POR UN ENCASTE,











Ayer domingo 12 de Febrero, se celebró en la placita del Hotel  Conde Rodrigo el sexto encuentro clasificatorio para el Bolsín de Ciudad Rodrigo.
Se tentaron vacas de D. Juan Luis Fraie, Santa Coloma vía Graciliano. Un derroche de bravura y casta.
En la crónica del festejo, elaborada por Jesús Cid en el diario regional Salamanca al Día, queda reflejada y contrastada una vez mas la calidad del ganado que pasta en Cojos:

Después de la calma llegó la tempestad. Si en el tentadero de ayer la coqueta placita del Hotel  Conde Rodrigo fue la caja roja de los pequeños y exquisitos bombones  de Sepúlveda, hoy se ha convertido en un verdadero campo de batalla en el que las vacas de Juan Luis Fraile han sido auténticas bombas de racimo elevando el riesgo y la emoción hasta las gradas repletas de aficionados. Nada que ver. Hoy los de arriba no han debido soñar con sentirse toreros por un instante ni ser capaces de bajar al ruedo ni de trazar un solo lance. Por algo el encaste Gracliano  que es junto con Coquilla una de las dos ramas en que se escindió el encaste Santa Coloma en Salamanca tiene bien ganada fama entre los aficionados a las emociones fuertes. Los hijos de algunas de las vacas que hemos visto en la sexta prueba del Bolsín Taurino Mirobrigense serán lidiados por toreros expertos y avezados en las llamadas corridas duras, siendo la tabla de salvación de la bravura agreste, despiadada  e indómita que mantiene la fiesta de los toros. Sin riesgo no hay emoción, sin emoción no hay afición y sin afición sólo hay ruina.
Me hubiese gustado ver a algún experto matador de toros de alternativa tentando las cuatro vacas exigentes y bravas sin matices que se lidiaron esta tarde. Es probable que hubiesen sufrido las mismas consecuencias que algunos de los jóvenes aspirantes ante las arrolladoras embestidas sin solución de continuidad, sin dejar pensar ni colocar. Es por ello que estos muchachos que no han echado ninguno el paso atrás se han ganado el respeto y la admiración. Pasamos miedo en el tendido, pero las ilustradoras charlas de cafetería al término del festejo darán cuenta como merece, de una tarde que sobrepasa lo interesante y se acerca a la épica.
Todo se le puso cuesta arriba a nuestro paisano Manuel Francisco Sánchez García, al vendaval de lluvia que cayó en su turno de intervención hay que añadir el único garbanzo negro del encierro venido desde la finca “Cojos de Robliza”, no por mala, si no por inválida, una vaca que atesoraba calidad pero que no se tenía en pie. Manuel hizo justo lo que tenía que hacer y además lo hizo muy bien, tirar de técnica, cabeza y oficio para llevar al animal a su altura y en una labor de médico de cabecera irla cuidando, sobando y mimando hasta lograr un par de series con la mano derecha de gran ajuste, verdad, temple y enjundia. Fue breve, muy breve, pero quedó el regusto y la confirmación entre  los buenos  aficionados  que el chaval está para aspirar a todo.
La excelente vaca que cerró el tentadero tuvo la suerte de encontrarse con el gallo de este Bolsín. Carlos Domínguez Cabrera, venido de Badajoz y que torea la mar de bien. Suyas fueron tres monumentales tandas de naturales que nacen en la yema de los dedos, se templan con la frágil y delicada muñeca y terminan en la cadera del torero. Un lujo para la vista y un enorme futuro. Antes estuvieron a un  buen nivel Antonio Palacios Catalán (La Roda, Albacete), Aarón Infantes de Alcázar de San Juan; Borja Serrano de la escuela Salmantina y el de Nava del Rey; Juan Pérez Maciel.
El círculo se estrecha. Se avecinan las citas claves donde todo se va a resolver y ya hay varios aspirantes que han presentado las credenciales para llegar a lo más alto. Pero sin duda, los aficionados se acordarán de una fría y lluviosa tarde donde hasta los paraguas se rindieron al rico caudal de la bravura. He dicho.

Siempre he reflejado en este blog, la autenticidad del ganado de Cojos, su exclusividad y el error de que no esté en las grandes ferias.
Esto de ayer no es una casualidad, es fruto de un trabajo bien hecho, con mucha paciencia, manteniendo la línea Graciliano con la máxima pureza, dedicando el tiempo necesario y todo con el único fin de llevar hacia adelante la herencia recibida de D. Juan Luis Fraile y Martín.

 


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