Refrescar
la denostada fiesta con ideas atrayentes siempre será bueno, aplicar nuevos
retos nunca será malo, que se tomen decisiones que proyecten a la fiesta a
alcanzar nuevos valores , puede ser la piedra filosofal que ayude a nuevas
metas.
Plaza 1 ha puesto en práctica la
innovación del sorteo de toreros y toros, poniendo en el bombo, primero a
ganaderos y luego a toreros que han aceptado el reto, para componer los
carteles de la feria de Otoño.
Madrid,
sigue siendo la plaza que lidera el hacer taurino de España, influyendo de
alguna manera también en el hacer de la tauromaquia mundial y las innovaciones
que produce tienen relevancia en el resto
Desafíos
ganaderos, que aparecieron en otras ferias, han vuelto a ser carteles de Madrid
y el nuevo método del sorteo, han compuesto los carteles de la feria de Otoño.
Pero ha
sido solo un ensayo que habrá que analizar una vez terminada la temporada y
sopesar la repercusión y la valoración de la respuesta del aficionado, que a la postre, será quien
determine el verdadero valor de la oferta.
La feria de
Otoño 2018 ha sido un buen termómetro en cuanto a toreros, pero las primeras
figuras no han dado respuesta al proyecto. Madrid es una plaza difícil y muy
crítica con las adecuaciones y exigencias de los primeros del escalafón y han
sido toreros de la segunda fila o figuras cuya temporada apuntaba a la baja,
los que aceptaron la novedad del sorteo.
Si
verdaderamente se quiere dar a la fiesta el impulso necesario para remontar, es
imprescindible la participación de todos, empresas, toreos y ganaderos, porque
el aficionado ha de volver a los tendidos empujado por las innovaciones que hayan dado
buenos resultados.
En la
fiesta, no caben monopolios ni asociaciones de profesionales que acaben o
perjudiquen el verdadero valor del espectáculo. La grandiosidad, el valor
cultural y las tradiciones que abarca, deben de estar por encima del interés,
la mistificación y las trampas, que deben de ser perseguidas y castigadas. El
espectáculo debe ser íntegro, sin alteración y limpio, para que resplandezca su
autenticidad.
Cualquier
innovación que cumpla con las premisas, debe ser bienvenida y será bueno que el
laboratorio de ensayos sea Madrid, como eje de rotación de toda la Tauromaquia.
La novedad, debe nacer en la gestora de Madrid, como ha ocurrido en Otoño, para
que gestoras de otras plazas, lo tomen y pongan en práctica de acuerdo a los
resultados de Madrid.
Las redes
sociales, agrupan a aficionados en grupos de opinión, aficionados que ponen de
manifiesto sus opiniones y sus críticas, con más o menos criterio, opiniones
que hoy deben ser oídas. Las nuevas técnicas no han sustituido a los
entrañables corrillos de los bares que rodean el coso madrileño, donde se
comentan las corridas a posteriori, pero han aportado a la Tauromaquia más
amplitud y conexiones con otras aficiones que sufren los mismos problemas.
Innovar
puede tener la dificultad de la aceptación, pero quejarse del estancamiento
permaneciendo en la oscuridad siempre será peor. Los gestores de plazas deben
tener en cuenta a la afición mantenedora del espectáculo y establecer coloquios
donde se la escuche, donde se les pida opinión y donde se aprovechen sus ideas
si estas van dentro de la lógica taurina.
Las
gestoras juzgaran y darán a conocer, lo que ocurre entre bambalinas para evitar
las filtraciones, que la mayor parte de las veces son alteradas y deformadas y
llevan a la confusión y en algunos casos a quedarse en casa.
Esto debe
ser una unión de todos los implicados, el campo de la Tauromaquia es lo
suficientemente amplio para abarcar a toreros, ganaderos, gestores y
aficionados.
Esto es lo
que está en juego:
En la actividad taurina
se generan 2.500 millones de euros anualmente, 540.000 hectáreas dedicadas a la
cría de toros bravos, 1.355 explotaciones ganaderas, 130.000 hembras en
reproducción cada año, trabajo directa 200.000 personas, 3,7 millones de
jornadas de trabajo generadas anualmente que mantienen a cerca de 15.000
familias , 380 plazas de toros fijas y 2.950 eventuales y unos 60 millones de
espectadores mundiales que acuden cada año a un espectáculo donde hay uno o más
toros. Se estima que el sector genera el 1,5% del PIB
del país. Por tanto no es un sector que se pueda dejar caer sin otra
alternativa y no podemos ignorarlo.
Amén de los datos económicos, tan aplastantes, hay que poner en
verdadero valor el impacto cultural y tradicional que significan los
espectáculos taurinos, aclarar que son parte y soporte de la idiosincrasia de
los pueblos, valor que no se puede arrebatar por nadie y menos por
desinformados y radicales.
Por todo esto, será tan importante la reacción que las
innovaciones de manera mesurada y muy estudiada consigan realzar una fiesta,
que pasa por momentos delicados.