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miércoles, 10 de julio de 2013

FALLIDO INTENTO

En la mitad de la temporada taurina y viendo los carteles de las principales ferias venideras, como era de esperar, las llamadas figuras, se encartelan en exclusiva con toros o toritos de monoencaste.
Si no fuera bastante y a pesar de la exclusividad, estos deben ser en lo concerniente al trapío de su agrado y beneplácito.
Después del petardazo
 
Cuando ellos, en un alarde de pundonor torero han encartelado encastes de ganaderías de las llamadas duras, ha pasado lo que ha pasado, es decir, FRACASO, de Manzanares en Sevilla con el Victorino, FRACASO de Talavante en Madrid con los elegidos Victorinos, FRACASO  de Morante, Padilla, como figura emergente y Castella con los Valdefresno en Madrid y nos dejó con las ganas El Juli con los Miuras en Sevilla por el percance.
 
El que descubrió a Manzanares
Queda demostrado que la fiesta está rota en un entorno hermético compuesto de matadores, apoderados y empresas que se empeñan en acabar con esto de la manera más cruel, que es, apartando al toro con su emoción del espectáculo. El toro de lidia cuan salta a la arena tiene que intentar coger al torero y este en evitación del mal, debe dominarlo y someterlo, lo contrario es una farsa que desvirtúa la fiesta y engaña a la afición.
 
Somos muchos los aficionados que estamos en contra de ese toreo modernista, con toros de cartón que embisten con reiterada insistencia y dulzura y propician esas faenas de ligazón que permiten al torero torear fuera de sitio, con alivios exagerados, que calan en tendidos de traje y clavel.
 
Los eligió él
 
Esto se está acabando y lo están propiciando los mismos profesionales con sus aptitudes, están consiguiendo que el aficionado que es el que paga esto, se aburra y vacíe los tendidos de las plazas, que ganaderos que mantenían encastes legendarios, cambien al monoencaste para poder entrar en circulo comercial, dañando con ello a la cabaña brava y haciéndolos desaparecer con todas sus consecuencias.
 
Los novilleros, que deben ser los que inquieten a los encapsulados figurones, llegan a las plazas con la lección aprendida imitando a sus "maestros" consiguiendo dar continuidad al deterioro sin inquietar en lo más mínimo a los aposentados matadores de primera línea.
 
La fiesta pasa por uno de los peores momentos de su historia, está secuestrada en manos de unos manipuladores a los que nada les importa su enfermedad y parece ser que ni su muerte.
 
 

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