EL RITO DE VESTIR A UN TORERO

Desde las modificaciones hechas por Costillares en la ropa de torear, hasta las creaciones de Justo Algaba, ha habido muchos cambios en las vestimentas toreras, pero poco ha variado el ritual de vestirse de Torero.

Quedan indicados de manera magistral sus orígenes, en el libro El Color en el Toreo de Paco Delgado.

Fue en el siglo XVII basándose en la vestimenta de los majos, la modificación del traje de a diario en algo más exclusivo y de ahí se pasó al traje de torero, añadiendo más adornos.

Se pone en boca de fray Román de Robles, el jefe de cuadrilla de la Ronda de Pan y Huevo, el que siempre hablaba a barlovento por unas viruelas endrinas mal curadas, un dicho: "Día llegará en que lo que hace maese Gonzaga valga para algo más que para hacer de justillo en los excesos de las damas glotonas” ¿Y qué es lo que hacía el tal maese Gonzaga en alivio de delatores y quebrantos? Sencillamente, una especie de jubón en tela gruesa, con bordado en chorro de vino, siempre vertical y en cintillo de aguja una taleguilla.

Mucho se ha traído y llevado sobre la feminidad del vestido de torear, pero no hay una razón única que justifique tal hecho, procediendo de vestimenta netamente masculina, es más lógico pensar en la transformación sufrida a través del tiempo y de las exigencias de sus portadores.

 

Marca el comienzo del ritual, la llegada al hotel, siempre el mismo, siempre la misma habitación, se comienza por la colocación de la silla. El mozo de espadas coloca la chaquetilla sobre la espaldera de la silla, el chaleco en la parte baja de la silla, y en el suelo las zapatillas; la taleguilla extendida sobre el asiento de la silla; la camisa, tapando la chaquetilla,  encima de la taleguilla se dispone la montera en cuyo interior se meten los cabos, la castañeta, los tirantes y los pantis; las medias se colocan encima de la camisa, y todo ello se cubre con el capote de paseo.

 

Tras la siesta, se dispone el comienzo del rito, en la soledad, matador y ayudante en completo silencio comienzan a enfundarse los pantis,  las medias y ligas, incorporándose de la cama, se dispondrá la difícil tarea de ajustarse la taleguilla... tirantes, camisa y zapatillas, antes de colocarse la castañeta. Una vez colocada la castañeta todo está dispuesto para finalizar, corbatín, fajín, y chaleco están en su sitio.

 

 

Con un beso y un abrazo de hermano se dicen: ¡¡ Ánimo y suerte!! Y se dispone la chaquetilla dándole el último retoque, ya con la montera en mano y el capote dispuesto en el brazo, te pide que lo dejes solo para el rezo en su capilla portátil, estampas de Vírgenes y Cristos, conforman el improvisado altar. Todo ha transcurrido en secreto, prácticamente en un silencio solo roto por leves susurros, elevando el máximo respeto para el acto.

 

Ha formado parte del ritual, el hotel, siempre es el mismo y la misma habitación como se dijo anteriormente. En él el torero es atendido siempre de la misma forma, su comida por lo general, siempre la misma, el respeto a la tranquilidad y la siesta anterior al ritual.

 

Citamos en este artículo los que se ubican en el lugar de las principales plazas:

Madrid Hotel Ritz, Hotel Palas, Hotel Wellington, Trip Gran Hotel Reina Victoria, N.H. Parque Avenidas, Hotel Alcalá, Hotel Cuzco, Hotel San Miguel, Foxá 25 Suites, Hotel Rafael Ventas y Hotel Ramón de la Cruz.

Sevilla Hotel Alfonso XIII, Trip Colón, Hotel Inglaterra, Hotel Macarena y Hotel Los Lebreros.

Bilbao Hotel López de Haro, Hotel Ercilla, Hotel Carlton y Hotel Indautxu

 Valencia Melía Valencia Palace, Hotel Astoria Palace y Melía Valencia Rey D. Jaime

 

Estos y otros muchos son parte del ritual que realizan los matadores horas antes del festejo, donde templan los nervios y meditan la responsabilidad, donde tratan de ahuyentar los miedos que les pueden llevar desde el éxito al fracaso, con la anuencia de su oponente.