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miércoles, 27 de mayo de 2015

RARO, RARO, MUY RARO

25/05/15. Madrid, Las Ventas. Décimo Octava de feria, tres cuarto de plaza.
 Novillos del MONTECILLO Y DOS DE DOLORES RUFINO, 2º Y 6º.  Mal presentados, muy mansos. 



MARTÍN ESCUDERO. Cogido por su primero.
FRANCISCO JOSÉ ESPADA. Dos pinchazos, medias estocada y descabello. Silencio.  Estocada tendida y tres descabellos. Saludos. Pinchazo y bajonazo, Silencio. Pinchazo y estocada corta trasera Una oreja. Bajonazo. Un aviso. Vuelta. Dos pinchazos, bajonazo y cuatro descabellos. Un aviso Saludos.
JOAQUÍN GALDÓS. cogido por su primero, tercero de lidia ordinaria.

Muy mansa la novillada que agrupaba dos encastes, el de Domecq como titular y el de Nuñez como remiendo, para ocupar sitio con dos novillos a pesar de que pasaran por la selección casi una veintena de ejemplares de los que se aprobaron cuatro. Hubo variedad de comportamientos pero la mansedumbre y falta de casta fue la nota dominante. Se "pudieron salvar", por decir algo el 4º y el 5º que engañaron con su movilidad, Cocodrilo, lidiado en 4º manseó de lo lindo, hizo tres intentos de salto al callejón y lo consiguió  al cuarto intento, poniendo orden en el poblado habitáculo.



Si sorprende la rareza del encierro, más raro aún es que en el primer asalto de los tres coletas quede tan solo uno para matar los seis novillos. Dos cogidas espeluznantes mandaron al hule a Martín Escudero y a Joaquín Galdós, dejando la papeleta a Espada en solitario que desafortunadamente no hizo honor a su apellido..



El joven superviviente, salió del trance como pudo y no lo hizo mal, sin exageraciones, del sexteto de novillos, consiguió premio, curiosamente con Cocodrilo y una fuerte petición con Narrador. Aquí es donde se escondió el problema, D. Trinidad, con buen criterio, no concede la segunda oreja que abría la Puerta Grande y una gran parte del público, obviando los protocolos taurinos y la importancia del coso que pisaban, hacen causa con una equivocada pasión y montan la de San Quintín.

Si tenemos en cuenta lo inesperado de la situación y que Espada la solventara con dignidad, ¡Olé por el joven!. Pero si tenemos también en cuenta, los cánones del torero y la importancia de la plaza, como ha sido siempre en Madrid, no se deben  sobrevalorar gestos ni aptitudes, el toreo es otra cosa y Espada estuvo muy lejos. No se debe tener en cuenta en ningún caso el amor maternal o paternalista de señoras y señores que pretendieron sobreponerlo al premiar el toreo.








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