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domingo, 21 de agosto de 2016

CUENCA, SAN JULIAN



20/08/2016 Plaza de toros de Cuenca, feria de San Julian, tres cuartos de entrada.

Toros de Daniel Ruiz,  impresentables, flojos, con fijeza y noblotes.


ENRIQUE PONCE. Estocada trasera y tres descabellos. Un aviso Saludos, media y descabello. Un aviso, Una oreja y petición de la segunda.
CRISTINA SÁNCHEZ. Estocada caída. Dos orejas. Dos pinchazos, media y dos descabellos Vuelta.
EL JULI. Estocada trasera y descabello. Oreja y petición de la segunda, estocada trasera (oreja).

Puerta grande para Cristina y El Juli.



Los conejos de Daniel Ruiz, escogiditos y  poco molestos dieron buen juego. Hubo de cuidarlos en varas, con el mono picotazo y en banderillas con tan solo dos pares.


Don Enrique demostró su maestría y ensaltación del toreo, de como un torero listo y experto se alivia con un conejo que solo asustaba cuando tosía. Muy variado en poncinas, molinetes trincheras que disimulan las distancias del toreo de verdad, tanto poderío desperdiciado  para darse un paseo por las casas colgadas y elevar pública protesta ante la indolencia del Usía en la concesión de trofeos a su artística actuación ante los conquenses.



La torera fue la que puso la dignidad en el ruedo, se apreció su falta de festejos , pero supo estar por encima de la circunstancia. lidió las dos liebres, disculpen que cambie el término para evitar odiosas comparaciones, con momentos de maestría, en series de redondos muy ligadas acortando las distancias, hizo lo mismo al natural. La liebre que lidió en quinto lugar, sacó una chispita de genio y puso a la torera en algún apurillo, desarmándola en tres ocasiones y siendo molesto a la hora de entregarse a la suerte final.



Julian, en su línea de destorear, no nos engañó para nada, perfilero, en la pala del pitón, toreando hacia afuera, exagerando las distancias, retorcido y cazando al jilipe, que en eso tiene una habilidad pasmosa.


Volver a Cuenca fue la mejor satisfacción del día, pasear sus calles volver al puente de hierro para  contemplar el prodigio de las casa colgadas y una buena comida en El Bodegón fue suficiente motivación para programar otra visita incluso al margen de los toros.

 

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