25/05/2022 Madrid. Las Ventas. Decimoctava corrida. Lleno. Toros de Fuente Ymbro, de "gran" presencia regordidos, vacíos de casta y al borde del matadero.
Diego Urdiales, de verde esperanza. Metisaca en los bajos silencio. Metisaca, media estocada caída y descabello silencio.
Roca Rey, de azul noche y oro. Estocada desprendida palmas. Dos pinchazos y estocada desprendida. Un aviso saludos.
Ginés Marín, de burdeos y oro. Estocada desprendida silencio. Estocada trasera. Un aviso palmas.
De la pasión vivida el día 23, con un encierro espectacular que trajo Gallardo a Las Ventas, en cuarenta y ocho horas se ha desvanecido. Los bueyes mastodónticos han dejado un reguero de mansedumbre, toros sin entrega, con la cara alta, huidizos y dando cabezazos. La pregunta es ¿Porqué los novillos si y los toros no?
Hay un negra sombra, muy visible y notoria en una feria tan larga como San Isidro, de la compra de saldos para vaciar las fincas producida por la crisis de la Pandemia. Pero San Isidro, amén de larga, es la mas importante del mundo y se merece la consideración de los ganaderos, sobre todo, para defender su propio prestigio y a la afición que ocupa los tendidos. El vergonzoso encierro que Gallardo ha traído a Madrid, deja al ganadero por los suelos y hiere profundamente al aficionado.
Un cartel que levantó expectación suficiente para llenar la plaza se ha desvirtuado a tenor del ganado y puesto en riesgo a los toreros.
Urdiales fue incapaz de dar un muletazo a las dos babosas que le tocaron, anduvo paseándose entre mantazos, banderazos, esquivando a sus enemigos en el intento de salir indemne, dos horribles estocadas acabaron con el calvario.
El Peruano, fue breve en el primer encuentro, intentó torear, sin colocación y abusando del pico. En el quinto hubo un intento de toreo, aprovechó la querencia a tablas para conseguir despertar a unos tendidos muertos de aburrimiento, muy en su línea de pases cambiando el viaje, con arrucinas y bernardinas, la espada no encontró la adecuación y todo quedó en un saludo en el tercio.
Marín que hizo el esfuerzo de no caerse del cartel y que el público agradeció con una ovación al romper el paseíllo. no pudo sacarle partido al gesto. Un inválido incapaz de tenerse en pie el tercero y el que cerró plaza, que no se entregó en ningún momento, quedándose corto, con la cara alta. Muy mala respuesta al gesto del torero, que no le permitió el mas mínimo lucimiento.
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