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martes, 5 de marzo de 2013

TOREROS DE MADRID


Rafael Gómez Ortega, El Gallo (También El Divino Calvo)

Fue el mayor de la famosa dinastía de toreros, desde su padre Fernando Gómez García, hasta sus dos hermanos Fernando y Joselito, también fue cuñado de Ignacio Sánchez Mejías, casado con una hermana de los Gallos.
Rafael Gómez Ortega fue un personaje pintoresco, desprendido y generoso, con una vida azarosa, plagada de divertidas anécdotas. Pero fue sobre todo un torero de gran calidad, incluso genial, de estilo elegante y variado. Dio pie a un arquetipo de torero-artista, genial e irregular, que alternaba estrepitosas espantás («prefiero una bronca a una corná», solía decir) y tardes de enormes triunfos con aquellos toros que le gustaban. Fue el primer torero de primer nivel que se negó a torear ciertos toros, que incluso los dejaba marchar vivos, con el consiguiente escándalo aunque el público se lo toleraba todo. Por eso se ha definido su toreo como «anticombativo»: se negaba a la lucha contra el toro, a la espera de que le gustase un toro para expresar su arte, camino que luego transitaron figuras geniales y «anticombativas» como Curro Romero o Rafael de Paula.

Muy influido por Lagartijo (a quien conoció a través de su padre), fue un torero clásico, muy completo, fiel representante de la vieja lidia. Aportó también importantes innovaciones, como la serpentina, el par del trapecio, los cambios de manos por la espalda, el pase del celeste imperio (que luego, en tiempos de Manolete, pasó a llamarse «estatuario»). El crítico Gregorio Corrochano insistía en su clasicismo, que a veces quedaba oculto por su estilo florido y sus desplantes
Fue famoso por sus espantás. Era capaz de dibujar las mejores faenas, contraponíendo a estas apatías y negativas conductas que formaron parte de su gloriosa carrera.
Falleció en Sevilla el 25 de Mayo de 1960

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