Hubo una vez un tipo, al que su idiotez le hacía creer que estaba en posesión de la verdad absoluta, la circunstancia que no se dio en los más prestigiosos sabios y pensadores, la poseía el ínclito, o así lo creía en sus alardeos continuos.
Le tocó vivir una época de cierta turbulencia competitiva que le llevó a erguirse en paladín repartidor de justicia. Su propia ignorancia, el éxito en algunas contiendas y el apoyo incondicional de los que le utilizaban para otros fines, le aportaban una fuerza tan banal como la hilaridad de sus afirmaciones.
Todas las afirmaciones en diversos medios, portaban una carga de odio/envidia hacia su máximos rivales, sin repara en la veracidad histórica o actual, con el aparente propósito de obtener notoriedad.
El tipo, deportista de élite y de alta remuneración, se ve que tiene miras mas sociales y que en el ocaso de su brillante carrera, hace política electoral para alcanzar al final de ella algún puesto de notoriedad.
Toda esta palafrenaría puede incluso llegar a formar parte de algún fin político circunstancial muy en actualidad.
Es muy aconsejable, que se dedique usted a limpiar la cocina de su casa y deje a los demás que limpien la suya. La nuestra es blanca y brilla con un ligero paso de bayeta.
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