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lunes, 20 de junio de 2022

POR FAVOR, MAS SERIEDAD

 19/06/2022. Madrid Las Ventas. Menos de un cuarto. Se guardó un minuto de silencio en memoria del maestro Andrés Vázquez. Novillos de Los Chospes. Desiguales de presentación y juego. El segundo aplaudido en el arrastre.


Antonio Grande, de blanco y oro. Bajonazo, división, estocada, silencio

José Fernando Molina, de nazareno y oro. Estocada oreja, estocada oreja.

Arturo Gilio, de verde y oro. Estocada silencio, estocada silencio.


Madrid se desmorona y no es por el deterioro de su arquitectura, si no, por el aura de exigencia que siempre la ha dado el carácter de su tauromaquia.

Regalar trofeos a los novilleros, es un atropello a sus carreras, un engaño absurdo que equivoca su personalidad torera y a resultas solo es de valor para el paisanaje enardecido que les acompaña. Madrid en su hegemonía debe conservar sus valores en lo concerniente a su exigencia y aleccionar a presidentes y asesores en el análisis exhaustivo antes de la concesión.








De lo ocurrido esta tarde, hay que destacar la sobre valorada actuación del albaceteño Molina. Un joven de valor probado, que plantó cara a sus oponentes, que como declaración de intenciones se fue  a portagayola a recibir un tremendo encontronazo que le pudo costar caro, que supo templar por momentos en una faena desigual y arrancar una oreja a un novillo que le molestó poco y al que no sacó todo lo que tenía. En el que hizo quinto, volvió a ese toreo discontinuo, donde tuvo temple por momentos y desigualdad en las distancias, mató de estocada y los pañuelos de los paisanos salieron con fuerza y el presidente accedió a la petición de la que sería la segunda oreja y la ansiada lleve de la puerta grande.. Fueron sonaras la protestas del 7 y la voz sonora de critico tendido "Fuera del palco" durante el arrastre. y después








Abrió plaza el salmantino Antonio Grande, que enlotó dos novillos de distinto juego, el primero de embestida incierta puso en problemas al joven novillero, embestida incierta y escasa clase, la estocada quedó baja y hubo división. El cuarto, de distinta condición, permitió al novillero lucir por momentos, le faltó la continuidad y la faena quedó deslucida.








El mejicano Gilio volvía a Madrid después de la cogida sufrida en la primera novillada de San Isidro. No encontró el sitio de ninguno de los novillos de su lote, le faltó quietud, le sobró el paso atrás y el temple, trallazos y banderazos, predominaron sobre los escasos muletazos.


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