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miércoles, 16 de mayo de 2018

OREJA POR COLETA

16/05/2017. Madrid. Las Ventas, lleno de no hay billetes.



Toros de NÚÑEZ DEL CUVILLO, de diverso juego. Mansos de salida, blandos acusando flojera. 

ANTONIO FERRERA. Estocada. Una oreja. Metisaca en los bajos. Un aviso. Palmas,
JOSÉ MARÍA MANZANARES. Estocada desprendida. Silencio. Estocada caída. Una oreja.
ALEJANDRO TALAVANTE. Estocada corta trasera. Una oreja. Dos pinchazos y estocada. Saludos

Un encierro de los clásicos de una sucursal bodeguera. Mansedumbre, blandura, flojera, una más a las que nos tiene acostumbrado D. Joaquin. Toros noblotes, adaptados al consumo de los figurones, que aseguren en lo posible el lucimiento de los de la cabeza del escalafón.

Partamos de la premisa que cualquier toro puede matar y reconozcamos que todo el que se pone delante de un toro, merece un respeto.
El toreo moderno, el que por desgracia se ha instalado ya en las escuelas taurinas, invade como ángel exterminador y va eliminando poco a poco aquello que un día fue el arte de torear un animal salvaje que te  quería quitar la cabeza.
El toreo moderno, lleva consigo dos premisas, el toro adaptado, al que la ingeniería genética ha dotado en sus genes, la dulzura en la embestida, el volumen, la humillación y el tranco templado, quedando un toro que quiere ser amigo del torero. y la segunda premisa es el olvido de las distancias en los momentos de los embroque durante la faena,  con enormes distancias, despegado y perfileando en lugar de dar el pecho. El resultado final, es que en lugar de cuidarse del toro, es el torero el que cuida al toro, que tiene como única misión, dar vueltas.
Y debe cuidarlo picándole poco y no molestándole en banderillas, todo para que la faena dure cincuenta, sesenta muletazos o más.




La terna estaba compuesta con dos de los figurones y otro mas antiguo en alternativa, porque a los figurones no les gusta abrir plaza en Madrid, deberá dar mal fario y se cumplió lo previsto. Ferrera toreó al que abrió plaza, aprovechando el tranco templado del animal, con suavidad y como mató de estocada, hubo oreja. En el cuarto que acusó flojera y acabó acostado, alargo de manera insulsa una faena que arrancó bien, el "respetable" protestó el tedio. Manzanares, que no se tomó en serio al noblote segundo, consintió la primera vara al relance y descuidó su lidia, se diluyó en trapazos, sin distancia ni cadencia. El quinto que atesoraba todo lo que el ganadero pretende, nos enseñó a un José María descolocado, fuera de la suerte y aliviándose  en cada muletazo, muy cicatera la oreja del de Alicante. Talavante se encajó en dos faenas de alto stalding, de las que levantan pasiones en los del traje de Armany, clavel y gin-tonic, de esos que jalean apasionados las mentiras toreras del modernismo y blandean pañuelos blancos poniendo en compromiso a los del palco ¡Vaya tela también la del palco! Hay que reconocer que logró algunos naturales de importancia.
En definitiva, la tarde estuvo bien, entretenida, mientras los toreros trapeaban a las babosas y los del lleno festero, bien comidos y mejor bebidos, les jaleaban, otros agrupados en pequeños corpúsculos añejos, nos reíamos de lo que se perdieron por su visoñez, a los toros y toreros de otras épocas.

¡A! por cierto, se desmonteró Trujillo en el pareo del sexto.

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